Desde hace muchos años, existe la creencia de que una piel bronceada es una piel saludable. Sin embargo, es necesario que conozcamos los efectos negativos de broncearnos, de no usar la debida protección solar y de excedernos en el tiempo de exposición al sol, ya que, entre otros efectos, esto puede ocasionarnos quemaduras solares y a la larga puede ser un detonante del cáncer de piel.
¿Cómo identificar las quemaduras solares?
Cuando nuestra piel sufre una quemadura por el sol, se puede observar la zona enrojecida, sensible y adolorida, y se siente caliente al tacto. Este tipo de quemaduras suelen aparecer unas pocas horas después de habernos expuesto por un tiempo excesivo a los rayos UV del sol o a fuentes artificiales de luz ultravioleta, como las lámparas solares.
Los síntomas de las quemaduras solares también pueden incluir hinchazón y la aparición de pequeñas ampollas llenas de líquido, y en los casos más graves pueden generar dolor de cabeza, fiebre, dolor en los ojos, náuseas y fatiga.
Las personas de fototipos más bajos (pieles claras) pueden sufrir peladuras en la zona lesionada varios días después de la sobreexposición, que habitualmente es acompañada por una sensación de intensa picazón. Las áreas que han sufrido peladuras se vuelven aún más sensibles a las quemaduras solares durante un periodo de varias semanas y esto puede generar manchas en la piel, de color marrón y permanentes (lentigos solares).
La aparición de cáncer de piel, especialmente el melanoma, es un riesgo asociado a las quemaduras solares graves y repetidas.
¿Cómo surge el bronceado?
La melanina es el pigmento de la capa externa de la piel y se encuentra en todos los individuos formando combinaciones complejas que dan origen a los múltiples matices de color de la piel.
Al exponernos a los rayos UV, el cuerpo comienza a producir mayor cantidad de melanina como mecanismo de protección. Cuando se crea un exceso de melanina, surge el bronceado, el cual es la forma que tiene el cuerpo de bloquear los rayos UV para evitar las quemaduras por el sol. Sin embargo, esta protección tiene un límite, y demasiada luz UV genera que la piel se queme.
Podemos sufrir quemaduras solares incluso si hace frío o está nublado. Elementos como el agua, la nieve y la arena, son capaces de reflejar los rayos UV y generar que la piel también se queme.
Entonces, ¿es saludable broncearse?
El bronceado no constituye ningún beneficio para la salud; en realidad es un riesgo. La exposición a la luz ultravioleta, sin protección y por un tiempo prolongado, puede alterar o lesionar la piel. La exposición a largo plazo a la luz del sol y a luz UV artificial utilizada en los centros de bronceado, lesiona la piel y aumenta el riesgo de sufrir cáncer de piel. Así que, en resumen, ningún tipo de bronceado es seguro.
Además de esto, una exposición excesiva al sol, así como NO contar con una protección solar adecuada, es uno de los principales factores que desencadenan el envejecimiento prematuro de la piel. Los rayos UVA y UVB activan la liberación de radicales libres en el cuerpo, proceso que se conoce como estrés oxidativo. Los radicales libres dañan las células de la piel y aceleran el fotoenvejecimiento.
¿Cómo prevenir las quemaduras solares?
Aplicando estas recomendaciones, podrás evitar las quemaduras solares, aún días frescos, nublados o en lugares de gran altitud, con especial cuidado al estar cerca del agua, la nieve o la arena, ya que reflejan los rayos solares. Presta atención:
- Evita la exposición solar entre las 10:00 a. m. y las 4:00 p. m: ya que en este intervalo de horarios los rayos del sol son más dañinos.
- Evita broncearte al sol o en camas solares: para esto, puedes optar por lociones de autobronceado que “tiñan” tu piel en lugar de broncearla, y que no provoquen efectos negativos en tu piel.
- Usa vestimenta que cubra la mayor parte de tu cuerpo: utiliza un sombrero de ala ancha y ropa que te cubra, preferiblemente de telas de tejido compacto.
- Utiliza protector solar de SPF mínimo de 30+ y reaplica cada 2 horas: Aplica un protector solar que ofrezca protección amplio espectro.
- Usa gafas de sol: Elige lentes de sol que cuenten con protección UVA y UVB. Las lentes más oscuras no son siempre mejores para bloquear los rayos UV, así que verifica la cantidad de protección que ofrecen.
- Ten cuidado con los medicamentos fotosensibilizantes: algunos medicamentos pueden hacer que la piel sea más sensible a la luz del sol, así que verifica con anticipación los efectos secundarios de los medicamentos que tomas.
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